
Día, Viernes Santo; hora, las tres en punto de la tarde; lugar, el Campo del Príncipe, Granada. Lo que puede parecer una cita, no es más que una tradición arraigada y heredada de padres a hijos. Miles de granadinos se acercan a una de las convocatorias más significativas de la Semana Santa, coincidiendo con la hora de la muerte del Redentor.
Las familias, abuelos, padres e hijos forman un "manto" que no deja espacio alguno mientras rezan y hacen las tres peticiones de rigor. El arzobispo de la ciudad preside el acto, rezando oración de veneración de las cinco llagas de Cristo y realiza una reflexión sobre los siete dolores de María Santísima para venerar al cristo de piedra que preside la plaza.
No hay en España otra ocasión que reuna tanta gente como la Semana Santa. Ningún otro evento.
A la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor de Granada se le había concedido indultar este Viernes Santo a un reo. El Consejo de Ministros autorizó el indulto de este penado, que estaba disfrutando del tercer grado. Dos días antes de que se le concediera el insulto, sin embargo, ha sido detenido, en una operación contra el narcotráfico desarrollada por la Guardia Civil en la capital. La Hermandad, apenada, ha reconocido en ello la debilidad del ser humano.
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: "¡Salve, rey de los judíos!". Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa". Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: "Aquí lo tenéis". Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!".
Viernes Santo termina en Granada en silencio, con la procesión del Santo Sepulcro.
Las familias, abuelos, padres e hijos forman un "manto" que no deja espacio alguno mientras rezan y hacen las tres peticiones de rigor. El arzobispo de la ciudad preside el acto, rezando oración de veneración de las cinco llagas de Cristo y realiza una reflexión sobre los siete dolores de María Santísima para venerar al cristo de piedra que preside la plaza.
No hay en España otra ocasión que reuna tanta gente como la Semana Santa. Ningún otro evento.
A la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor de Granada se le había concedido indultar este Viernes Santo a un reo. El Consejo de Ministros autorizó el indulto de este penado, que estaba disfrutando del tercer grado. Dos días antes de que se le concediera el insulto, sin embargo, ha sido detenido, en una operación contra el narcotráfico desarrollada por la Guardia Civil en la capital. La Hermandad, apenada, ha reconocido en ello la debilidad del ser humano.
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: "¡Salve, rey de los judíos!". Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa". Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: "Aquí lo tenéis". Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!".
Viernes Santo termina en Granada en silencio, con la procesión del Santo Sepulcro.